
¿Sabías que los largos periodos de estrés pueden llegar a afectar a los miembros de tu equipo desde el estómago hasta la mente? Problemas estomacales, cardíacos, alteraciones en la piel, insomnio o ansiedad son solo algunos de los síntomas que manifiestan aquellas personas sobrepasadas por una carga excesiva de trabajo.
La mayoría de los profesionales, en algún punto de su vida, tienen que lidiar con estos picos de estrés. Es importante saber afrontarlos de manera constructiva, ya que de lo contrario, se puede perder el ánimo, afectando a la productividad y eficiencia.
Y es que como es lógico, es complicado dar lo mejor de uno mismo cuando no hay motivación. Incluso puede que nos cueste poner en práctica esas habilidades innatas por la que nos contrataron.
Sin embargo, hay pequeños trucos que se pueden poner en práctica para salir airoso de estas situaciones estresantes. Hoy hablamos de la resiliencia.
¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia se define como la capacidad de adaptación a situaciones adversas. Esto es, analizar objetivamente el entorno, buscar oportunidades de crecimiento y mejora para volver a estar en el camino. Es importante tener en cuenta que ser resiliente no significa no fallar o sentirse sobrepasado, sino tener la habilidad de levantarse y aprender de los errores para estar motivados y centrados. Y eso es algo que, para crear equipos resilientes, hay que saber inculcar y fomentar.
"ser resiliente no significa no fallar o sentirse sobrepasado, sino tener la habilidad de levantarse y aprender de los errores para estar motivados y centrados."
No es un fracaso, es un error.
Como ya sabemos, una persona resiliente es capaz de abordar los problemas con soluciones. Mantener la motivación es esencial, y por eso no podemos pasar por alto las connotaciones que tienen ciertas palabras.
Si utilizamos el término “fracaso”, sabemos que suele ir asociado a connotaciones muy
negativas, incluso catastrofistas. Fracasar agota toda posibilidad, no hay margen de actuación. Si se fracasa en algo, hay que abandonar.
Por otro lado, tenemos el término “error”. Errar por supuesto es humano, y estos fallos forman parte del proceso natural de aprendizaje. El error no es negativo, ya que te ayuda a mejorar, a encontrar respuestas a través de la experimentación. Es parte del camino. Y desde luego, un término mucho más afable.
Esta visión más optimista es la que comparte la resiliencia. Los problemas se convierten en obstáculos, no en impedimentos, por lo que si algo tienen solución se activan todas las vías, creatividad e innovación para superar esos retos.
La conexión social como método para aliviar el estrés.
Como seres sociales que somos, una de las fuentes de recuperación es la conexión social.Las personas que desarrollan la empatía y realizan actividades sociales en sus distintos ámbitos suelen ser personas más resilientes.
Al ejercitar esta empatía, enriquecemos nuestra mirada y forma de entender el mundo. Entendemos que hay tantos puntos de vista como personas, por lo que nuestra propia forma de interpretar los hechos adquiere un abanico más amplio. Esto nos permite desenvolvernos ante los acontecimientos con mayor soltura y flexibilidad.
Por otro lado, conversar o realizar actividades con personas de nuestro entorno nos ayuda a liberar endorfinas y oxitocina, hormonas asociadas al bienestar. Actividades como tomar un café con los compañeros, comidas con amigos o planes en familia nos desconectan de lo negativo y revitalizan.
Así mismo, hacer uso de la red social en el trabajo y trabajar en equipo son claves para sobrellevar momentos difíciles. Por un lado, se puede contar con otros miembros del equipo para compartir ideas y preocupaciones. Por otro, el tener la posibilidad de interactuar con personas de otros equipos o departamentos fomentando una visión global evita el trabajo estanco que solo proporciona soluciones temporales o parciales.
La desconexión mental, clave para lograr resiliencia.
Si quieres superar los momentos difíciles con resiliencia, es necesario estar en condiciones óptimas. Esto significa tener tus herramientas y capacidades a punto. Estas herramientas incluyen desde el estudio y formación, hasta tu estado físico, mental y emocional. Si una de estas herramientas no funciona adecuadamente, se reducirá la productividad y la eficiencia. Por eso es importante dedicar un tiempo específico a cada una de ellas según las necesidades de cada momento.
La resiliencia, por otro lado, también es sinónimo de buena gestión emocional. Esto es básico para mantener el ánimo y la motivación. Debes dedicarle el tiempo suficiente tanto a esta gestión como a la calidad del descanso y la desconexión tanto física como mental.
Para ello, prueba alguna de las siguientes opciones:
● Actividades al aire libre.
● Realizar algún deporte.
● Actividades físicas.
● Realizar ejercicios de respiración.
● Meditación o mindfulness.
Este tipo de actividades son grandes aliadas a la hora de recuperar el equilibrio físico y emocional tan necesario para afrontar la vida personal y profesional.
Cómo apoyar un ambiente laboral resiliente.
Alcanzar un estado de resiliencia puede ser un viaje complicado. ¡Pero no uno por el que tengas que pasar solo! Recuerda que tienes herramientas disponibles como el coaching que pueden guiaros a ti y a tu equipo para vivir una experiencia satisfactoria.
Una vez hayas aprendido a hacerlo, te será más sencillo inculcar esta cultura en tu ambiente laboral. No subestimes el poder de un clima positivo: es un buen método para mantener la productividad.